Mira cómo, lentamente, camina esa pareja. Mientras él
enlaza su cintura ella reclina su cabeza sobre el hombro amistoso. Y avanzan en
el otoño de las hojas crepitantes... en la expiración del amarillo, del rojo y
del violeta. Jóvenes y hermosos avanzan, sin embargo, hacia la tarde de la
niebla plomo. Una llovizna fría y los juegos de los niños, sin niños, en
jardines desiertos.
1. Para unos, esto reaviva suaves y tal vez, amables nostalgias.
Para otros, libera sueños. Para algunos más, promesas que serán cumplidas en
los días radiantes que vendrán. Así, frente a un mismo mar, este se angustia y
aquél, reconfortado, se expande. Y mil más, sobrecogidos, contemplan los
peñones helados; mientras otros tantos, admiran esos cristales tallados a
escala gigantesca. Unos deprimidos, otros exaltados, frente al mismo paisaje.
2. Si un mismo paisaje es diferente para dos personas, ¿en dónde
está la diferencia?
3. Ha de suceder con aquello que se ve y aquello que se escucha.
Toma como ejemplo la palabra “futuro”. Este se crispa, aquél permanece
indiferente y un tercero sacrificaría su “hoy” por ella.
4. Toma como ejemplo la música. Toma como ejemplo las palabras con
significado social o religioso.
5. A veces ocurre que un paisaje es reprobado o aceptado por las
multitudes y los pueblos. Sin embargo, esa reprobación o aceptación, ¿está en
el paisaje o en el seno de las multitudes y los pueblos?
6. Entre la sospecha y la esperanza tu vida se orienta hacia
paisajes que coinciden con algo que hay en ti.
7. Todo este mundo que no has elegido sino que te ha sido dado para
que humanices, es el paisaje que más crece cuanto crece la vida. Por tanto, que
tu corazón nunca diga: “¡Ni el otoño, ni el mar, ni los montes helados tienen
que ver conmigo!”, sino que afirme: “¡Quiero la realidad que construyo!”.