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Dos
caminos se abrieron ante ella: el camino del sí y el camino del no.
Entonces,
todo pensamiento, todo sentimiento y toda acción fueron turbados por la duda
entre el sí y el no. El sí creó todo aquello que hizo superar el sufrimiento.
El no agregó dolor al sufrimiento. Ninguna persona, o relación, u organización
quedó libre de su interno sí y de su interno no.
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¿Cómo
vencerá el ser humano a su sombra? ¿Acaso huyendo de ella? ¿Acaso enfrentándola
en incoherente lucha? Si el motor de la historia es la rebelión contra la
muerte, rebélate ahora contra la frustración y la venganza.
Deja,
por primera vez en la historia, de buscar culpables. Tú y el otro son
responsables de lo que una vez hicieron, pero nadie es culpable de lo que
sucedió. Ojalá en este juicio universal se pueda declarar: "no hay culpables".
Y se establezca como obligación para cada ser humano, reconciliarse con su
propio pasado.
Esto
empezará aquí en ti y en mi seremos responsables de que esto continúe entre
aquellos que nos rodean, así hasta llegar al último rincón de la tierra.
Si la
dirección de tu vida no ha cambiado todavía, necesitas hacerlo; pero si ya
cambió necesitas fortalecerla.
Para
que todo esto sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y profundo que
sea además un compromiso.
Pongámonos
de pie, y frente a nuestro propio futuro, preguntemos: ¿Es necesario, para mí y
para otros, que cambie o se fortalezca la dirección de mi vida? Entonces, en
silencio, escuchemos la voz, la voz interna que surge en nosotros. ¿Es
necesario, para mí y para otros que cambie o se fortalezca, la dirección de mi vida?
¿Quiero
cambiar o fortalecer la dirección de mi vida?
¿Tengo
fe en que cambiará o se fortalecerá la dirección de mi vida?
Entonces,
que brote en mi la fuerza y la luz de la vida.
Hoy, y
no mañana, ve a la reconciliación, besa a tu pareja y a tu hijo, a tu madre y a
tu padre, abraza a tu amigo y a tu enemigo y diles con el corazón abierto:
"algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí".
Y
explícales luego lo que pasó, a fin de que ellos también puedan llevar este
mensaje.
Para
todos: ¡PAZ, FUERZA Y ALEGRIA!
Fragmentos
de la Charla de Silo en Madrid. 1981
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