10. La coherencia como dirección de vida
Si se quisiera dar alguna dirección a los acontecimientos habría
que empezar por la propia vida y, para hacerlo, tendríamos que tener en cuenta
al medio en el que actuamos. Ahora bien, ¿a qué dirección podemos aspirar? Sin
duda a la que nos proporcione coherencia y apoyo en un medio tan cambiante e
imprevisible. Pensar, sentir y actuar en la misma dirección es una propuesta de
coherencia en la vida. Sin embargo, esto no es fácil porque nos encontramos en
una situación que no hemos elegido completamente. Estamos haciendo cosas que
necesitamos aunque en gran desacuerdo con lo que pensamos y sentimos. Estamos
puestos en situaciones que no gobernamos. Actuar con coherencia más que un
hecho es una intención, una tendencia que podemos tener presente de manera que
nuestra vida se vaya direccionando hacia ese tipo de comportamiento. Es claro
que únicamente influyendo en ese medio podremos cambiar parte de nuestra
situación. Al hacerlo, estaremos direccionando la relación con otros y otros
compartirán tal conducta. Si a lo anterior se objeta que algunas personas
cambian de medio con cierta frecuencia en razón de su trabajo o por otros
motivos, responderemos que eso no modifica en nada lo planteado ya que siempre
se estará en situación, siempre se estará en un medio dado. Si pretendemos
coherencia, el trato que demos a los demás tendrá que ser del mismo género que
el trato que exigimos para nosotros. Así, en estas dos propuestas encontramos
los elementos básicos de dirección hasta donde llegan nuestras fuerzas. La
coherencia avanza en tanto avance el pensar, sentir y actuar en la misma
dirección. Esta coherencia se extiende a otros, porque no hay otra manera de
hacerlo, y al extenderse a otros comenzamos a tratarlos del modo que
quisiéramos ser tratados. Coherencia y solidaridad son direcciones,
aspiraciones de conductas a lograr.
Fragmento: Tercera Carta a mis amigos.
Silo. 17 de diciembre de 1991
No hay comentarios:
Publicar un comentario