El propio registro de la humanidad en otros.
En tanto registre del otro su presencia “natural”, el otro
no pasará de ser una presencia objetal, o particularmente animal. En tanto esté
anestesiado para percibir el horizonte temporal del otro, el otro no tendrá
sentido más que en cuanto para-mí. La naturaleza del otro será un para-mí. Pero
al construir al otro en un para-mí, me constituyo y me alieno en mi propio
para-sí. Quiero decir: “Yo soy para-mí” y con esto cierro mi horizonte de
transformación. Quien cosifica se cosifica, y con ello cierra su horizonte.
En tanto no experimente al otro fuera del para-mí, mi
actividad vital no humanizará al mundo. El otro debería ser a mi registro
interno, una cálida sensación de futuro abierto que ni siquiera termina en el
sin sentido cosificador de la muerte.
Sentir lo humano en el otro, es sentir la vida del otro en
un hermoso multicolor arco iris, que más se aleja en la medida en que quiero
detener, atrapar, arrebatar su expresión. Tú te alejas y yo me reconforto si es
que contribuí a cortar tus cadenas, a superar tu dolor y sufrimiento. Y si
vienes conmigo es porque te constituyes en un acto libre como ser humano, no
simplemente porque has nacido “humano”. Yo siento en ti la libertad y la
posibilidad de constituirte en ser humano. Y mis actos tienen en ti mi blanco
de libertad. Entonces, ni aun tu muerte detiene las acciones que pusiste en
marcha, porque eres esencialmente tiempo y libertad. Amo, pues, del ser humano
su humanización creciente. Y en estos momentos de crisis, de cosificación, en
estos momentos de deshumanización, amo su posibilidad de rehabilitación futura.
Habla
Silo. Fragmento: Acerca de lo humano. 1983
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