"Una Intención evolutiva da lugar al nacimiento del tiempo y a la dirección de este
Universo. Energía, materia y vida, evolucionan hacia formas cada vez más complejas.
Cuando la materia se comienza a mover, nutrir y reproducir, surge la vida. Y la materia
viviente genera un campo de energía al que tradicionalmente se ha llamado “alma”. El
alma, o doble energético, actúa en el interior y alrededor de los centros vitales de los
seres animados.
Los seres vivos se reproducen y en ese acto pasa, a través de las células en fusión, el
campo energético que configura un nuevo ser totalmente independiente. Los cuerpos
vivos necesitan de elementos sólidos, líquidos, gaseosos y radiantes, para nutrirse y
realizar sus funciones. Además, los dobles energéticos requieren sensaciones de
distinto potencial para lograr su desarrollo. Con la muerte se produce la disolución del
cuerpo al tiempo que ocurre la separación y aniquilamiento del doble energético.
La evolución constante de nuestro mundo ha producido al ser humano, también en
tránsito y cambio, en el que se incorpora (a diferencia de las otras especies) la
experiencia social capaz de modificarlo aceleradamente. El ser humano llega a estar
en condiciones de salir de los dictámenes rigurosos de la Naturaleza, inventándose,
haciéndose a sí mismo física y mentalmente. Y es en el ser humano donde aparece
un nuevo principio generado en el doble. Desde antiguo a este nuevo principio se lo
llamó “espíritu”. El espíritu nace cuando el doble vuelve sobre sí mismo, se hace
consciente y forma un “centro” de energía nueva.…”
Silo – La religiosidad interna - 2001
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