“La vida desde sus comienzos se ha manifestado en numerosas formas. Muchas son
las especies que han desaparecido por no adaptarse al medio, a las nuevas
circunstancias. Los seres vivos tienen necesidades que van a satisfacer en su medio
ambiente. Esta situación en el medio ecológico se da en continuo movimiento y
cambio. La relación es inestable y desequilibrada, provocando en el organismo
respuestas que tienden a compensar ese desequilibrio y así poder mantener la
estructura, que de otro modo desaparecería bruscamente. Así, vemos a la naturaleza
viviente desplegarse con variedad de formas en un medio ambiente de numerosas
características, distintas y cambiantes, y en su base mecanismos simples de
compensación frente al desequilibrio que hace peligrar la permanencia de la
estructura.
La adaptación al cambio externo implica también un cambio interno en el organismo
para su supervivencia. Cuando este cambio interno no se produce en los seres vivos,
éstos van desapareciendo y la vida elige otras vías para seguir su expansión
creciente. Siempre en lo vital estará presente el mecanismo de responder
compensatoriamente al desequilibrio, que según el desarrollo de cada especie, tendrá
mayor o menor complejidad. Esta tarea de compensar al medio externo, y también a
las carencias internas, se va a comprender como adaptación (y específicamente como
adaptación creciente), como única manera de permanecer en la dinámica de la
inestabilidad en movimiento”…
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